Por
Adrián Chafino
Alumno
del Tercer Semestre de Electrónica
En
CONALEP
Asesorado
por Profr. Adán Velásquez Canisález
Era un día
normal, como a las siete de la mañana, Javier se alistaba para ir a su trabajo.
Su esposa ya partía para la panadería donde trabajaba y sólo restaba esperar a
la joven que cuidaba al niño mientras los padres trabajaban, pero la joven
nunca llegó, y Javier tomo la decisión de llevar a su hijo al trabajo.
Él trabajaba
en una de las empresas más grandes de la ciudad, la empresa Coca – Cola.
Manejaba un camión.
Preparó a su
hijo y partió hacia su trabajo, a toda prisa, ya que se le estaba haciendo
tarde, pero en el camino le tocó un semáforo en rojo, y pensó que si se
esperaba a que cambiara al verde, llegaría tarde y le quitarían una parte de su
sueldo, así que decidió pasarse el semáforo.
De pronto se
escuchó un fuerte estruendo. Había chocado. Perdió el conocimiento y no supo
más.
Al día
siguiente despertó en el hospital, había perdido una pierna y su hijo había
muerto en aquel accidente fatal. Todo mundo hablaba de lo que había pasado,
Javier no lo podía creer, se arrepentía
de haber tomado esa decisión.
Cuando salió
del hospital, toda la gente lo señalaba como el asesino de su propio hijo.
Duró una
buena temporada en terapias, pero nada funcionaba para olvidar ese trágico día.
Todos los
días, cuando despertaba por las mañanas, pensaba en lo mismo y se llenaba de
culpa, y era un tormento que no lo dejaba vivir. Su esposa ya no se comportaba
igual con él, y se sentía como si no existiera. Nadie lo quería, en todas
partes a donde llegaba lo trataban diferente, lo rechazaban; él ya no podía
vivir así.
Una mañana,
cuando se acababa de levantar pensando en aquel día, decidió suicidarse, y dejó una nota, donde explicaba el por qué
se privaba de la vida. La carta decía así:
“Desde que
pasó el accidente, todo me cambió. Mi esposa, a quien tanto quiero, parece que
sólo me ve como una carga, y a mi hijo, que tanto amo, ya no lo tengo a mi
lado. Por una mala decisión que tomé, sólo por unos cuantos billetes que me
quería ganar, todo mundo me señala, y
soy infeliz. Espero que algún día me
perdonen por todo el daño que les causé. Ya muy tarde me di cuenta que el
dinero no lo es todo en la vida. Adiós, y esta vez es para siempre. Sé feliz,
tienes un mundo por delante. No olvides que te amo. Adiós, mi linda esposa”.
Después de
su muerte todos hablaban del suicidio. No lo podían creer. Esa carta cambió a
todas las personas que la leyeron, puesto que les hizo ver el mundo con otros
ojos. Les enseñó que hay que disfrutar de la vida, pero con
responsabilidad, y siempre, antes de
tomar una decisión, debemos evaluar las consecuencias que pueda tener. Por tomar una mala decisión han muerto muchas
personas.