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martes, 18 de marzo de 2014

17 de marzo

Revivir año con año nuestras tradiciones nos da identidad como pueblo y acrecienta el amor por el lugar que nos vio nacer, resaltando lo que nos hace diferentes y fortaleciendo al mismo tiempo nuestro sentimiento de mexicanos y de sonorenses. Hoy 17 de marzo, como en el pasado, vino gente de ”ondequiera” a honrar la memoria de don Leonardo Yáñez, el gran compositor de nuestra música vernácula. En memoria de la gran amistad que los unió, el profesor Reynaldo Gracia preparó la fiesta en donde familiares, amigos, funcionarios y el pueblo en general rindieron ese homenaje anual. Es curioso, pero esa famosa carrera de caballos ha marcado a Agua Prieta, ha teñido de historia a los personajes del corrido, y la letra y la música del corrido ha recorrido el mundo. Esa canción que lleva por título el nombre del caballo perdedor, El Moro, dejó un recuerdo indeleble e imperecedero para El Zaino, el ganador. Cada año los que asistimos al homenaje, al sentarnos alrededor del monumento de don Nano en la Avenida 20, nos sentimos como si estuviéramos en el taste original. Ya no hay caballos, pero sí mariachis que recuerdan las tonadas y composiciones de don Nano. Dice la canción: Vinieron a la carrera el Moro de Cumpas, un caballo blanco de Pedro Frisby, muy bonito y muy ligero; el relámpago era de color zaino, era un caballo de estima de su amo Rafael Romero. Toda la gente decía que el Moro de Cumpas venía a ganar, se miraba muy bonito dice el autor de la canción. Cheques, billetes y pesos le sobraban al Moro. Decía el Puyo Morales se me hace que con el Moro nos ganan todo el dinero. Por fin dieron la partida, el Moro salió adelante con la intención de ganar y arriba de medio taste tupió el Zaino y no se dejó ganar. La carrera del Moro de Cumpas y el Zaino de Agua Prieta nos trae año con año esa sensación de éxito que tanta falta hace a los pueblos y que los motiva a alcanzar mayores y mejores estadios en su devenir histórico. Esta efeméride de Agua Prieta nos da nostalgia, orgullo de ganadores, y recuerdos muy vivos de personajes citadinos que ya partieron a hacer compañía a don Nano en el lugar que seguramente allá arriba le ha preparado el Creador. Hay algo nostálgico que se siente al sentarnos en ese camellón, frente al terreno donde se erguía el gran galerón que fue La Copacabana; lugar de la cita emotiva que nos remonta a ese pasado ya lejano, cuando ahí mismo era lugar de reunión y de cita de cantantes que llegaban del interior de la República a hacerse presentes en este rincón de Sonora. Ahora nos da la impresión que ese pasado se conjuga con el presente, y en ese contexto de gramática local, los niños poetas y declamadores de nuestras escuelas y familias locales, una vez más nos han emocionado y nos han hecho soñar. Estamos seguros que esa niñez conjugará un tiempo futuro de recapacitación y de enmienda; que nos demuestre que no fue en vano seguir apostando por esta Agua Prieta que tiene que ganar la paz y la tranquilidad para las generaciones presentes y futuras de este nuestro terruño. Seguramente don Leonardo Yáñez será nuestro auspiciador desde allá arriba, por ser su imagen y su recuerdo un vínculo de unión no polémico ni partidario, simplemente es un pedazo del recuerdo de honestidad y patriotismo que distinguió a don Nano.