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lunes, 2 de diciembre de 2013

Nueva gala en el auditorio municipal la presentación de "MÉXICO MIO"

Para cerrar con broche de oro el otoño y entrar de lleno al invierno, el Auditorio Municipal se vistió de Gala con la presentación del Grupo de Danza Nacional Aztlán, dirigido por el maestro Angel Acuña García. La gran fiesta cultural fue encabezada por la Presidenta de DIF Municipal, Liza María Terán Villalobos y En representación de la Presidenta Municipal, Irma Villalobos Rascón estuvo el Síndico Procurador, Andrés Ortiz Franco. El programa lleva el nombre de México Mío y se presenta en varios estados de la República Mexicana, con 18 jóvenes bailarines sonorenses que transmiten a los asistentes el encanto y el fruto de su dedicación para recrear con fidelidad los bailes, las danzas folklóricas y las tradiciones que permiten disfrutar y valorar a estados tan tradicionalistas como Chiapas, Michoacán y Guerrero; pero también los estados norteños con menos tradición folklórica como Sonora, Nuevo León, Sinaloa y Tamaulipas. La fiesta comienza mostrando bailables chiapanecos que naturalmente evocan la selva y sus manantiales al grito de la frase poética Vengo de la tierra con olor a nanche. Danzas con ritmos sonoros y vestidos de armónicos colores bordados con hilos que se entrelazan formando bellas flores. Sus huipiles son cortos y sus faldas anchas abanicadas con donaire. La nota de emoción para los asistentes fue constatar la investigación hecha para rescatar los bailes, de salón, del campo o del pequeño pueblo que conocieron nuestros abuelos. El escenario y sus elegantes danzantes, nos llevaron al Sonora de 1900 cuando la vida social era recato, secreto, a veces a voces, y discreción sobre todo en lo que se refería a atuendo y conducta de la mujer. Era el supuesto apogeo del afrancesamiento; de los ferrocarriles y de la sofisticación pero soterradamente se acercaba la gran explosión social de la Revolución de 1910. El grupo nos deleitó con su vestuario blanco y negro de principios del siglo pasado, que portaban enhiestas aquellas mujeres de modales finos y atuendos a la europea. Bailes acompasados y sin estridencias, guardando la distancia entre hombres y mujeres por tratarse de señoritas decentes de aquella época. Sin embargo, esos bailes de salón pulcros y de modales estudiados, ocultaban profundos deseos de cambio y de igualdad entre los mexicanos y las mexicanas. No cabe duda que la sociedad mexicana de principios de siglo impuso su afrancesamiento en todas sus actividades y el norte del país no fue la excepción. El evento de FOCCAP fue una velada para compartir con todo Agua Prieta la diversidad de nuestra Patria, el trabajo de búsqueda de cada región para expresarse estéticamente. Hubo polkas norteñas, tomadas de Europa Central; sones de la tierra caliente michoacana; chilenas aprendidas por los guerrerenses de los marinos provenientes de Chile que les enseñaban La Cueca, su baile nacional; y el uso del pañuelo sudamericano; marinos que hacían escala en la Costa Chica para cargar provisiones y que terminaron enlazando amistad entre latinoamericanos. Música de varios instrumentos para expresar dancísticamente identidades y formas de pensar; escenas de bodas y bautizos; danzas de origen europeo, ahora mestizadas y con sabores de tierra indígena. Danzas propias del centro, del sur y del norte. Tamboras sinaloenses y conjuntos regionales formados por acordeón, bajosexto, saxofón y contrabajo, derivados de ritmos alemanes, checos y polacos. Pasamos al Tamaulipas norteño con sus polkas y redovas; bailes bravíos, zapateados ágiles y bailadores fuertes. Cueras tamaulipecas y vestidos de telas de algodón a cuadros o floreadas. Faldas largas y amplias con colores brillantes. Encajes bordados, pasalistones y olanes grandes que dan realce al girar incesante de faldas y rebozos. Todo un conjunto maravilloso de ritmo y color. Pero, la sorpresa del final, elevó el regionalismo, surgió el Bronco Sonora, cuadro en el que vimos bailables bien armados, de gran destreza coreográfica; de indudable extracción norteña, tal y como también se apreció en el folclor de Nuevo León, Tamaulipas y Sinaloa. No obstante, lo que a todos nos ha quedado claro es que Sonora cuenta hoy día ya con un folclor propio. Música de grupo y bailes al son del tololoche. Danzas que expresan el agreste campo y sus faenas con el azadón partiendo calabazas mostrencas, actividad de la cual se origina los llamados calabaceados, formas de bailar de esas comunidades ganaderas y agrícolas. Actitudes y formas que expresan claramente el temperamento rudo y fuerte del oriundo de Sonora; hombres con pantalones y camisas vaqueros, botas picudas, cinturones de cuero con grandes hebillas, sombreros de apariencia texanos pero que en su inicio fueron sombreros andaluces adaptados a los soles, fríos y ambientes de la América del Norte meridional. Sus mujeres luciendo faldas muy amplias adornadas con listones en forma de grecas que al ondearlas proyectan armonía y colorido. Sobre todo, que reflejan sencillez, alegría y sinceridad, ese trío de virtudes que el resto de México asocia con Sonora. Gracias Profesor Reynaldo Gracia por ese esfuerzo extraordinario que siempre pone en lo cívico y en lo cultural. Este cuadro artístico que nos ha traído, no solamente nos ha deleitado, sino que nos ha allegado elementos para conocer más a fondo a nuestro México. Nos ha recordado que un pueblo con identidad es un pueblo triunfador, porque la cultura da sentido a nuestra vida nacional y marcos de referencia más amplios, sobre todo a nuestros jóvenes, como instrumento idóneo para entender a nuestro país, a su gente tan diversa, y para encarar los nuevos retos, a veces muy duros, que están caracterizando el devenir nacional.